6/12/2009

Bill Gates y la disminución de la población mundial

Copio de una web y de un blog RAYOS Y TRUENOS, pero creo que hay que dejarse ya de eufemismos y hablar claro.

El deseo de disminuir la población mundial es muy antiguo. Yo no sé que pretende Bill Gates y sus adinerados amigos. Estamos machacando al Planeta desde hace doscientos años; y de una manera más ordenada, hipócrita y fructuosa en el siglo XX. Se cuentan por millones los abortos; por millones los muertos en guerras en la primera mitad del siglo; estamos dejando morir a África en su propia inmundicia y en sus guerras étnicas; la pobreza mortal de países emergente, como son India y China; las muertes infantiles en el Tercer Mundo; su propia esperanza de vida bajísima… ¿Y todavía quieren más? ¡Qué sinvergüenzas! Desde luego habrán conseguido sus millones trabajando duro, pero esa confabulación me hace dudar de su catadura moral: ¿si ahora pretenden matar (que esa es la palabra, pues la vida brota incesante e insaciablemente), qué no habrán hecho en algunos episodios de su quehacer profesional?

Es como para quedarse pasmado, presenciando tanto egoísmo solapado de bienestar; o sea, que para estar yo cómodo, tengo que emprender políticas antinatalistas, la eutanasia y dejar que los países pobres se hundan en su miseria. Bien, curioso modo de enfocar los problemas al estilo Hitler o Stalin. ¿Para qué dejar nacer si van malvivir? ¿Para qué cuidar si van a mal morir? Realmente estas preguntas esconden un egoísmo feroz, una falta de sentimientos humanos preocupante. Esta demostrado que, si los Estados poderosos se organizan bien, si se lucha contra la corrupción en los países pobres, no tiene porque haber hambre en el mundo, ni ausencia de prestaciones sanitarias, ni nada. Esos países ayudados por los más favorecidos sabrán con el tiempo crearse su propia riqueza. Ello es costoso, tan costoso que a Bill Gates no le gusta.

Menos mal que no todo el mundo piensa igual, ni mucho menos; pero la batalla está en su punto más álgido.

Reproducimos un trabajo del reputado Profesor Juan José García Noblejas, en el que se mete de lleno en el problema, contando con el apoyo de prestigiosos investigadores y entendidos en la materia.